Vienes es el verbo venir conjugado en segunda persona del presente. Como bienes, por su parte, se denomina el patrimonio, la fortuna o las pertenencias de una persona o entidad.
Tanto vienes como bienes son palabras homófonas, es decir, que suenan igual aunque se escriban de manera diferente. Confundirlas supone un error ortográfico.
Cuándo usar vienes
Vienes es el verbo venir conjugado en la segunda persona del presente de modo indicativo. El verbo venir, como tal, puede usarse en distintas situaciones y con diversos significados.
Por ejemplo:
- Juan, ¿vienes a buscar tu ropa?
- Vienes muy lento, Sonia, apura el paso.
- ¿A estas alturas vienes con esos consejos, padre mío?
- Mayo, vienes nuevamente con tus lluvias.
Cuándo usar bienes
Bienes es el plural del sustantivo bien; se refiere al conjunto que cosas materiales o inmateriales que conforman el patrimonio o las pertenencias de una persona o institución. Es más habitual su uso en plural.
Por ejemplo:
- Los bienes de la familia se encuentran protegidos por el derecho.
- Se ha pasado la vida acumulando bienes, pero nunca los ha disfrutado verdaderamente.
- La alcaldía se encuentra restaurando los bienes patrimoniales de la ciudad.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.