Tampoco y tan poco no significan lo mismo. Tampoco es un adverbio usado para negar algo. Tan poco, en cambio, es una expresión se usa para establecer comparaciones.
Cuándo usar tampoco
Tampoco es un adverbio; se usa para negar algo seguidamente a otra negación. También puede usarse para atenuar o refutar una aseveración referida previamente.
Por ejemplo:
- No me gusta trabajar los fines de semana, tampoco durante la semana.
- Si es por eso, yo tampoco te quiero así.
- No me gusta que viajes solo, pero tampoco mal acompañado.
Tampoco es una palabra que se forma a partir de la unión de los adverbios tan + poco, y que, en este sentido, no debe confundirse con la secuencia tan poco.
Cuándo usar tan poco
Tan poco es una secuencia formada por los adverbios tan y poco. Se usa en estructuras comparativas (tan poco… como…) o consecutivas (tan poco que…). No debe confundirse con el adverbio tampoco.
Por ejemplo:
- Sé tan poco como tú sobre el tema.
- Hace tan poco que estamos juntos como pareja que no sé cómo actuar frente a ella.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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