Un sufijo es un afijo que va pospuesto a la base léxica o lexema de la palabra.
El sufijo, en este sentido, es un tipo de morfema que se agrega después del lexema o raíz de la palabra.
Los sufijos, al igual que los prefijos, no son palabras independientes, sino elementos afijos, carentes de autonomía, que necesariamente deben unirse a una base léxica, a la que aportan diversos valores significativos, dando lugar a nuevas palabras o variaciones de género o número.
Así, pues, los sufijos pueden emplearse para formar nuevos sustantivos, adjetivos, adverbios verbos, o simplemente para indicar variaciones de número o género de una palabra sin alterar su significado.
Sufijos flexivos
Son sufijos flexivos aquellos que no generan nuevas palabras, sino que simplemente indican una variación en el género y el número sin que esto influya en el significado o la categoría gramatical de la palabra.
Por ejemplo, del adjetivo blanc-o puede formarse el plural blanc-os, así como el femenino singular blanc-a.
Sufijos derivativos
Los sufijos derivativos son aquellos que, al ser agregados a una raíz o lexema, son capaces de generar una nueva palabra. A este proceso se llama derivación.
Por ejemplo, del sustantivo libro pueden formarse los derivados libr-ero (oficio), libr-ito (diminutivo), libr-aco (forma despectiva), libr-esco (perteneciente o relativo al libro)
En este sentido, los sufijos derivativos pueden dar lugar a sustantivos, adjetivos, adverbios y verbos cuando son agregados a la raíz de la palabra. A continuación mostramos ejemplos de cada uno de estos casos.
Tipos de sufijos derivativos
Sufijos nominales
Se conocen como sufijos nominales aquellos que forman sustantivos.
Sufijo | Ejemplos |
---|---|
-a | compra, riña, cuenta |
-ado | asado, alumnado, papado |
-aje | patrullaje, pillaje, aterrizaje |
-azgo | hartazgo, mecenazgo, noviazgo |
-azo | martillazo, rodillazo, golazo |
-ción | importación, demostración, relación |
-miento | escarmiento, levantamiento, atrevimiento |
-dad | maldad, terquedad, variedad |
-dor | trabajador, asador, organizador |
-dura | investidura, salpicadura, mordedura |
-era | sordera, higuera, bañera |
-ero | recadero, librero, ingeniero |
-ez | candidez, esplendidez, sencillez |
-ía | alegría, armonía, simpatía |
-icie | avaricie, calvicie |
-ido | ladrido, graznido, rugido |
-illo | chiquillo, frenillo, descansillo |
-ismo | vanguardismo, liberalismo, clasicismo |
-ito | carrito, niñito, perrito |
-ón | criticón, narizón, apagón |
-ura | amargura, dulzura, moldura |
Sufijos verbales
Se denominan sufijos verbales aquellos que forman verbos.
Sufijo | Ejemplos |
---|---|
-ar | cazar, notar, amar, acabar |
-ear | escasear, pasear, curiosear |
-ificar | clarificar, certificar, verificar |
-izar | movilizar, simpatizar, descuartizar |
-uar | conceptuar, exceptuar, actuar |
Sufijos adjetivales
Son sufijos adjetivales aquellos que forman adjetivos.
Sufijo | Ejemplos |
---|---|
-al | central, lateral, vial |
-ano | mexicano, peruano, colombiano |
-ar | molecular, espectacular, oracular |
-ble | temible, accesible, adorable |
-dero | duradero, perecedero, venidero |
-eco | guatemalteco, yucateco |
-ento | amarillento |
-ico | cilíndrico, laberíntico |
-iento | mugriento, harapiento, sediento |
-ísimo | buenísimo, gravísimo, sencillísimo |
-ón | peleón, llorón, cabezón |
-oso | aceitoso, jugoso, boscoso |
-udo | barbudo, ceñudo, cachazudo |
Sufijos adverbiales
Los sufijos adverbiales son aquellos que forman adverbios.
Sufijo | Ejemplo |
---|---|
-mente | rápidamente, suavemente, gravemente |

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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