Una cesión es la transferencia (por lo general de bienes) que una persona hace a otra. Una sesión, por su parte, puede referirse al tiempo que ocupa una actividad, a la celebración de una junta o reunión, o a cada una de las funciones de un teatro o un cine.
Sesión y cesión son palabras homófonas en la mayor parte del mundo hispanohablante, donde no existe distinción entre el sonido de la s y la c. En España, donde sí existe, son consideradas palabras parónimas.
Son incorrecciones ortográficas, que conviene evitar, grafías como seción o ceción.
Cuándo usar sesión
Sesión es un sustantivo; se emplea para hacer referencia al espacio de tiempo en que tiene lugar una actividad determinada, a cada una de las juntas o reuniones sostenidas por los miembros de un congreso o corporación para discutir algún asunto, así como a cada una de las funciones de un teatro o cine.
Por ejemplo:
- Hoy tendremos una sesión fotográfica con nuestras modelos.
- La sesión de la junta será en la mañana.
- Fueron suspendidas indefinidamente las sesiones del congreso.
- Hoy estrenan la película, nosotros iremos a verla en la última sesión de la noche.
Cuándo usar cesión
Cesión es un sustantivo; se usa para significar la transferencia que alguien hace voluntariamente de una cosa (propiedades, bienes, acciones, derechos, títulos) en favor de otra persona. En el deporte, principalmente en fútbol, también se llama cesión el pase del balón que un compañero de equipo hace a otro.
Por ejemplo:
- He determinado la cesión de parte de mis bienes a la fundación.
- Yo decido cuándo haré las cesiones de mi acciones.
- La cesión del jugador llegó a tiempo para que el delantero rematara y anotara el 1-0 del partido.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

Deja una respuesta