Recabar significa alcanzar lo que nos proponemos con súplicas, o reclamar lo que nos corresponde por derecho. Recaudar, en cambio, se emplea con el sentido de cobrar dinero o poner algo a buen resguardo.
Estos verbos solían compartir la acepción de alcanzar o recoger con esfuerzo o súplica, de allí que en ocasiones puedan generar alguna confusión. Sin embargo, a continuación te explicamos en detalle cada uno de sus usos.
Cuándo usar recabar
Recabar es un verbo; se emplea con el significado de lograr o alcanzar lo que se quiere mediante súplicas o instancias, o pedir o reclamar lo que se asume como un derecho.
Por ejemplo:
- Los testimonios que se recabaron son dudosos.
- Este manifiesto se propone recabar ayuda de parte de la ciudadanía.
El verbo recabar con el sentido de recoger, recaudar o guardar (acepción que, además, compartía con recaudar) se considera hoy en día en desuso, y se desaconseja su empleo: (X) “Querían recabar suficiente dinero para iniciar una nueva fundación” (X).
Recabar no debe confundirse con el verbo homófono recavar, que significa volver a cavar.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.