¿Movilización o Movilizasión? - Cómo se escribe
Tanto movilización como movilizasión se pronuncian de la misma forma en los países latinoamericanos, lo que confunde a muchos sobre la correcta ortografía entre ambas opciones. La palabra correcta es movilización, terminando en -ción, ya que movilización es un término que no existe en el español. Ahora que ya sabes cómo escribir correctamente la palabra, te enseñamos su uso correcto.
Cuándo usar movilización
El término «movilización» se define como la acción y efecto de movilizar. Esto verbo, a su vez, significa «poner en actividad o movimiento», aunque también se usa en el lenguaje castrense, al significar: «convocar, incorporar a filas, poner en pie de guerra tropas u otros elementos militares».
Ejemplos:
- Hemos hecho una movilización de los muebles de la casa para poder limpiar mejor.
- El ejército ha efectuado la movilización de sus tropas hacia la frontera debido al inminente ataque del país vecino.
- Ha habido una movilización de las bases sindicales hacia las calles para protestar contra el gobierno.
- Las movilizaciones estudiantiles han colapsado las calles de la ciudad.
Sinónimos de movilización
Cuando nos referimos a movilización como «poner en pie de guerra las tropas», sus sinónimos son:
- Reclutamiento
- Despliegue
- Militarización
- Incorporamiento
Cómo se dice movilización en otros idiomas
- Cómo se dice movilización en inglés: mobilization
- Cómo se dice movilización en portugués: mobilização
- Cómo se dice movilización en italiano: mobilitazione
- Cómo se dice movilización en francés: mobilisation
- Cómo se dice movilización en catalán: mobilització

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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