El lexema, también conocido como morfema léxico, es la unidad mínima de una palabra con valor léxico, es decir, con significado.
El lexema es la raíz de una palabra sin morfemas gramaticales. En este sentido, es la parte de la palabra que se mantiene igual en todas sus variaciones y derivaciones.
Es, pues, al lexema al que se le añaden otros morfemas que son los que contienen la información gramatical como, por ejemplo, género, número, persona, tiempo o modo.
Ejemplos de lexemas (en negritas)
- Libr-o
- Libr-ito
- Libr-os
- Libr-ería
- Libr-ero
- Libr-esco
Tipos de lexemas
Los lexemas pueden ser divididos en dos tipos: los lexemas libres o independientes y los lexemas trabados o ligados.
Lexema libre
El lexema libre o independiente es aquel lexema que coincide, en su totalidad, con la forma de la palabra en sí, de modo que no necesita de morfemas gramaticales para completar su sentido.
Por ejemplo:
- Árbol
- Azul
- Luz
- Mar
- Pan
- Pared
- Reloj
- Sal
- Sol
Lexema trabado
El lexema trabado o ligado es aquel que necesita de otro u otros morfemas para completar su sentido. Estos morfemas pueden aportar información gramatical tal como el número, género, persona, tiempo o modo.
Por ejemplo:
- Número: carr-o (singular), carr-os (plural).
- Género: muchach-o (masculino), muchach-a (femenino).
- Persona: entiend-o (primera persona), entiend-es (segunda persona), entiend-en (tercera persona).
- Tiempo: am-o (presente), am-é (pretérito perfecto), am-aré (futuro).
- Modo: am-ába-mos (modo indicativo), am-ára-mos (modo subjuntivo).
Lexema y morfema
Lexema y morfema son conceptos afines en gramática, no obstante difieren en aspectos específicos que a continuación vamos a detallar.
Morfema es un término que se refiere a la unidad mínima en que se puede descomponer una palabra. Esta unidad puede ser de tipo léxico (morfema léxico) o gramatical (morfema sintáctico).
El morfema léxico vendría a ser el lexema, es decir, la unidad mínima de una palabra con valor léxico, que no contiene morfemas gramaticales.
El morfema gramatical, también conocido como gramema, en cambio, es aquel que contiene la información meramente sintáctica.
Dicho de otro modo, el morfema gramatical es el que aporta información sobre las relaciones sintácticas que una palabra establece con los otros elementos de la oración, pero que por sí solo no tiene significado.
Así, un lexema es siempre un morfema, pero no en todos los casos un morfema será un lexema.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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