Entorno se usa para significar ‘ambiente’, mientras que en torno es una expresión que solo debemos emplear cuando sea equivalente a ‘acerca de’, ‘alrededor de’, ‘en relación con’ o ‘aproximadamente’.
Un truco para para distinguir cuándo usar cada una es reemplazando la expresión por una de locuciones equivalentes. Así, entorno podrá sustituirse siempre por ‘ambiente’, mientras que en torno podrá reemplazarse con expresiones como ‘acerca de’, ‘alrededor de’, ‘en relación con’ o ‘aproximadamente’.
Cuándo usar entorno
Entorno es un sustantivo que se escribe todo unido y se usa para hacer referencia a lo que nos rodea, al ambiente o lugar en que está alguien o algo.
Por ejemplo:
- Esta casa no me parece el entorno más ideal para un niño.
- En su entorno natural, los animales domésticos se comportan de manera diferente.
Cuándo usar en torno
En torno, en cambio, es una locución compuesta por la preposición en y el sustantivo torno, que deben ir siempre separadas. Como tal, la expresión en torno puede significar ‘acerca de’, ‘alrededor de’, ‘en relación con’ o ‘aproximadamente’ (cuando va seguida de una cifra o una expresión cuantitativa).
Por ejemplo:
- Todavía no han hablado en torno al tema del desarme.
- El lugar estaba desolado; en torno a ellos no había ni un alma.
- Aún no habían dicho nada en torno a su propuesta.
- El fichaje se cerró en torno a los cien millones de dólares.
Asimismo, la locución en torno también puede ir seguida de un posesivo, como, por ejemplo: “Todos reían en torno mío y yo seguía sin entender nada”.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.