Enseguida y en seguida son formas válidas de escribir esta voz en español; ambas significan ‘inmediatamente’, ‘a continuación’, o ‘en muy poco tiempo’, y pueden referirse tanto a una relación de proximidad temporal como espacial.
Aunque anteriormente se prefería la grafía en dos palabras en seguida, hoy en día se considera más aconsejable su escritura en una sola palabra: enseguida.
Gramaticalmente, se diferencian en que enseguida es un adverbio, mientras que en seguida, en dos palabras, se considera una locución adverbial.
A pesar de que tanto en seguida como enseguida están aceptadas, no es recomendable emplear ambas formas en un mismo texto, pues mostraría falta de homogeneidad estilística, de modo que lo que se aconseja es decantarse por una u otra y adoptarla como parte de nuestro estilo al escribir.
De este modo, será igualmente correcto escribir, por ejemplo:
- Cuando me la encontré, en seguida quiso saber de Manuel.
- Una vez pasas el parque, en seguida está mi casa
- Entramos al restaurante y en seguida ordenamos.
Que escribir:
- Primero pasó la línea de meta el piloto alemán y enseguida el español.
- Gracias por avisar, voy enseguida para allá.
- Vamos a comerciales y volvemos enseguida.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta