¿Eh, E o He?【RESPUESTA FÁCIL】+ EJEMPLOS
En este artículo veremos el caso de cuál es diferencia entre eh, e y he, términos que se pronuncian de la misma manera pero que tienen significados diferentes. Para ello, analizaremos caso por caso, de forma de que al escribirlos no te confundas en su uso.
Eh
La palabra ‘eh’ es una interjección que se usa, según la RAE, para despreciar, llamar, preguntar, reprender o advertir. ejemplos:
- ¡Eh, Juan! ¡Aquí estoy! (para llamar)
- No vuelvas a decirme eso, ¿eh? (para reprender)
- ¡Mucho cuidado con lo que piensas, eh! (para advertir)
He
La palabra ‘he’ es una conjugación del verbo haber. Más concretamente, corresponde a la primera persona del singular de presente de modo indicativo. El verbo haber es un verbo que se usa casi siempre como verbo auxiliar, esto es, va antes del participio de otro verbo (por ej: haber nacido). Algunos ejemplos con la conjugación ‘he’.
- He llegado a la conclusión equivocada.
- He cantado con todas mis fuerzas ayer por la noche.
Ahora bien, ‘he’ también puede usarse seguido de un infinitivo, aunque esta aplicación sea má formal y menos frecuente. En este caso, expresaría necesidad, conveniencia u obligación, y va seguido siempre de la preposición de.
- He de llamarla tan pronto yo llegue a destino.
- He de hacer las cosas tal como lo he prometido.
E
E es una conjunción copulativa que sustituye a la conjunción, siempre y cuando el término siguiente empiece por la vocal i- o la sílaba hi-, de forma de no haber redundancia en la pronunciación.
- Pedro e Ines fueron a comprar.
- Fui al zoológico a ver leones e iguanas.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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