La división silábica es la separación en sílabas de una palabra. Es fundamental a la hora de separar una palabra al final de un renglón o línea.
La sílaba es cada una de las unidades fonológicas en que podemos dividir una palabra. Se compone, como tal, por uno o más sonidos que se agrupan en torno al de mayor intensidad, que es siempre una vocal.
Vea más sobre ¿Qué es una Sílaba?
Criterios para la división silábica
Existen algunos criterios que deben ser observados para realizar una correcta separación silábica en las palabras.
- No deben separarse letras pertenecientes a la misma sílaba.
- Todas las sílabas deben contener al menos una vocal.
- Toda consonante que se encuentre en el inicio de una palabra forma sílaba con la siguiente vocal. Por ejemplo: pa-sar, sa-lu-do, vi-sual.
- Toda consonante que esté ubicada al final de la palabra formará sílaba con la vocal anterior. Por ejemplo: ca-sas, sa-ber, ár-bol.
- Una consonante en posición intervocálica forma sílaba con la vocal posterior. Por ejemplo: rá-pi–do, se-ve–ro, ca-sa.
- Si son dos las consonantes en posición intervocálica (y siempre y cuando estas no constituyan un dígrafo), entonces pueden darse dos casos: a) Los grupos consonánticos pr, br, tr, dr, cr, kr, gr, fr, pl, bl, cl, kl, gl, fl, formarán sílaba con la vocal a continuación: pro-bo, cri-sis, gra-cias, blan-co, fle-ma. b) La secuencia tl, en cambio, presenta una situación excepcional: por un lado, en la mayor parte de los países hispanohablantes se pronuncia en una misma sílaba (a-tle-ta), mientras que en España y algunos países de América se pronuncia en sílabas distintas (at–le-ta).
- Si son tres las consonantes que aparecen en posición intervocálica, las dos primeras se pronunciarán en la misma sílaba junto con la vocal anterior, siendo que la tercera formará sílaba con la vocal posterior. Por ejemplo: ins–tin-to, pers–pec-ti-va
- Si son cuatro las consonantes que se encuentran entre vocales, las dos primeras formarán sílaba con la vocal anterior, mientras que las dos últimas se unirán a la vocal siguiente. Por ejemplo: cons–truir, ins–truir.
En este sentido, conviene recordar que permanecerán en la misma sílaba los siguientes casos:
Diptongos, que son la unión en una misma sílaba de dos vocales. Por ejemplo:
- Cier-to
- In-de-pen-dien-te
- Áu-re-o
- Vein-tiún
- Ciu-dad
Triptongos, son la unión de tres vocales en una misma sílaba. Por ejemplo:
- Co-piáis
- Ca-ma-guey
- San-ti-güéis
- Guai-ra
Grupos consonánticos formados por pr, br, tr, dr, cr, kr, gr, fr, así como pl, bl, cl, kl, gl, fl nunca se separaran, sino que forman sílaba con la vocal siguiente. Por ejemplo:
- Ca-pri-no
- Ca-bra
- Con-tra-dic-to-rio
- Pie-dra
- Ex-ce-cra-ble
- Sa-gra-do
- In-fruc-tuo-so
- En-de-ble
- In-cla-si-fi-ca-ble
- Va-na-glo-ria
- In-fla-ma-ble
Dígrafos ch, ll, rr, que son secuencias de letras que representan un único sonido o fonema, de allí que sean inseparables. Por ejemplo:
- Can-cha
- Ca-lle-je-ro
- Ca-rrua-je
Palabras monosílabas, que son palabras formadas por una sola sílaba y, en consecuencia, inseparables. Por ejemplo:
En cambio, sí se separarán en sílabas:
Hiatos, que se producen en el encuentro de dos vocales fuertes seguidas. Por ejemplo:
- A-se–o
- A–é–re–o
- Lo-bo-to-mí–a
- Con-ti-nú–o

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.