La palabra chicle proviene de la voz náhuatl tzictli, que puede traducirse como ‘cosa pegajosa’.
Originalmente, se refería a la resina gomosa que fluye del tronco de un árbol conocido como chicozapote, también llamado Manilkara zapota, que es originario de las selvas México y Centroamérica.
Esta goma, de origen natural, era utilizada por los antiguos habitantes de Mesoamérica (los aztecas y los mayas, por ejemplo) como una goma de mascar, y fue la que dio origen a los chicles como los conocemos actualmente.
De allí, pues, que hoy en día la palabra chicle haga referencia a una pastilla aromatizada y saborizada, de textura semejante a la goma, que se mastica pero no se traga.
Sin embargo, conviene acotar que en nuestros días ya no es utilizada la savia del chicozapote para fabricar este producto.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta