Cómo se escribe ¿Visagra o Bisagra?

La escritura correcta es «bisagra» que describe a un conjunto de piezas utilizadas para unir dos superficies.
Los fonemas “v” y “b” no se distinguen en la lengua oral, por lo que, en casos como este, tendrás que memorizar la grafía correcta de las palabras.
Visagra
Esta palabra no se escribe de esta forma, ya que no aparece registrada en la RAE.
Bisagra
- Conjunto de dos piezas de metal u otros materiales que sirve como nexo de unión de dos superficies, permitiendo que giren una sobre la otra.
- Ejemplo: Tuvo que echar 3 en 1 en la bisagra ya que estaba algo oxidada.
- Palo de madera pequeño y cuadrado, utilizado por los zapateros para alisar y limpiarlas suelas de los zapatos después de recortarlas.
- Ejemplo: Juan puso empeño en rematar las botas con la bisagra.
- Fisura de las tapas de los libros, que se utilizan para que sea más sencillo abrirlos.
- Ejemplo: Las páginas se amoldaban unas con otras al abrir el libro, sujetas por la bisagra.
Sinónimos de bisagra
Suena más culto utilizando estos sinónimos:
Gozne, pernio, charnela.
Cómo se dice bisagra en otros idiomas
Saber las diferentes formas de la palabra en distintos idiomas sin duda mejorarán tus conocimientos lingüísticos:
- Cómo se dice «bisagra» en inglés: hinge
- Cómo se dice «bisagra» en francés: charnière
- Cómo se dice «bisagra» en portugués: dobradiça
- Cómo se dice «bisagra» en italiano: cardine
- Cómo se dice «bisagra» en alemán: scharnier
Por si aún lo dudas, recuerda que “visagra” es una palabra que no debes usar.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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