Cómo se escribe ¿Urgar o Hurgar?

La palabra correcta es «hurgar» poseyendo acepciones como rebuscar o agitar en busca de algo.
La h es una consonante muda, que en este caso se utiliza en “hurgar” por ser uno de los pocos verbos infinitivos que la conserva, junto con “haber”, “hacer”, etc.
Urgar
No es la grafía adecuada de esta palabra, ya que no figura en la RAE. En su lugar, deberías de escribir “hurgar”.
Hurgar
Esta sí es la forma correcta, y posee los siguientes significados:
- Agitar o sacudir objetos en el interior de algo.
- Ejemplo: Hurgó entre los cajones, dejando todo desordenado.
- Revolver entre varias cosas.
- Ejemplo: Hurgaba entre la basura en busca del billete premiado.
- Tocar (de llegar con la mano).
- Ejemplo: Hurgó en su bolsillo para darle la propina al camarero.
Sinónimos de hurgar
Extiende tus conocimientos del español utilizando estos sinónimos:
- Escarbar
- Revolver
- Remover
- Menear
- Manosear
- Rascar
- Tocar
- Fisgar
- Curiosear
- Fisgonear
- Husmear
- Indagar
- Profundizar
Cómo se dice “hurgar” en otros idiomas
Aprende a escribir dicha palabra en las diferentes lenguas del mundo:
- Cómo se dice «hurgar» en inglés: rummage/meddle
- Cómo se dice «hurgar» en francés: foullier/founier
- Cómo se dice «hurgar» en portugués: futucar/fuÇar
- Cómo se dice «hurgar» en italiano: tastare/frugare
- Cómo se dice «hurgar» en alemán: stochern in/ umrühren
Ya que has leído este artículo, olvídate de seguir escribiendo “urgar” ya que no es una palabra válida en español.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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