Cómo se escribe ¿Tuviera o Tubiera?
Tuviera y tubiera son palabras que suenan casi igual al pronunciarlas, lo que conlleva dificultades a muchos cuando se trata de escribir. Esto se debe a que la pronunciación de la «b» y la «v» son similares en muchos países hispanohablantes.
Tubiera
«Tubiera» no es una palabra aceptada en la lengua española por lo que debes evitar su uso, ya que en la RAE (Real Academia Española) no aparece.
Tuviera
Tuviera es la forma correcta, pudiendo elegir entre estos significados de su infinitivo, “tener”, y cuya forma verba «tuviera» se corresponde con el pretérito imperfecto de subjuntivo.
- Estar en posesión (o no) de una persona o cosa.
- Ejemplo: Si tuviera mi guitarra, podría cantar hoy en el concierto.
2. Mantener algo, sosteniéndolo de forma que no se suelte, o puede utilizarse con una idea o concepto, significando en ese caso; conservar sus principios y que no se pierda en el tiempo.
- Ejemplo: Si tuviera fuerzas, el cesto no caería al suelo.
3. Albergar un sentimiento hacia alguna persona o cosa.
- Ejemplo: Ana sabría nadar si no tuviera miedo al agua.
Conjugación en pretérito imperfecto de subjuntivo del verbo «tener»
- (yo) tuviera
- (tú) tuvieras
- (él) tuviera
- (ns) tuviéramos
- (vs) tuvierais
- (ellos) tuvieran
¿Cuál es el origen del verbo «tener»?
El origen del verbo en castellano «tener» proviene del verbo el latín tenere, cuyo significado es «dominar, retener».
Sinónimos de “tuviera”
Partiendo del infinitivo “tener”, existen todos estos sinónimos:
- Haber
- Poseer
- Detentar
- Atesorar
- Gozar
- Beneficiarse
- Disfrutar
- Conservar
- Guardar
- Sostener
- Retener
- Sujetar
- Coger
- Asir
Cómo se dice “si yo tuviera” en otros idiomas
Desgranando los diferentes idiomas, puedes aprender a decir el verbo «tener» en las siguientes lenguas:
- Inglés: if I had
- Francés: si j’avait
- Portugués: se eu tivesse
- Italiano: se io avessi

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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