Cómo se escribe ¿Trascendente, Trasendente o Tracendente?
La forma correcta de escritura es trascendente, con «sc», mientras que trasedente y tracendente no existen en el idioma español, por lo que no debes escribirlas con «c» o con «s» a solas. Dado que las 3 palabras suenan igual, muchos se confunden al intentar saber cuál es la forma de escritura correcta.
Si nos vamos a la RAE, ella también acepta la palabra «transcendente«, por lo que ambas son correctas, pudiéndose usar indistintamente una o la otra. Ahora que ya sabes que trascendente (o transcedente) es cómo debe escribirse, te mostramos su definición y otros usos prácticos de esta palabra
Definición de trascendente
Trascendente se define como «que trasciende». El verbo trascender puede significar «estar o ir más allá de algo»; «empezar a conocerse una cosa que estaba oculta o era conocida por unos pocos» o bien «extenderse o comunicarse a otras cosas, produciendo consecuencias».
Ejemplos:
- Si buscas trascender en la vida, debes crear un legado para que otros lo sigan.
- Este es un deportista que no va a trascender demasiado en su deporte pues le falta talento.
- Este escándalo político va a trascender rápidamente en la opinión pública.
- La fama de este actor sin duda va a trascender las fronteras de su país.
Sinónimos de trascender
- Manifestarse
- Extenderse
- Propagarse
- Difundirse
- Divulgarse
Cómo se dice trascender en otros idiomas
- Cómo se dice trascender en inglés: transcend
- Cómo se dice trascender en francés: dépasser
- Cómo se dice trascender en italiano: trascendere
- Cómo se dice trascender en catalán: transcendir
- Cómo se dice trascender en portugués: trascender

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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