Cómo se escribe ¿Todavía o Todabía?

Muchas veces usamos palabras del español con mucha frecuencia en nuestro hablar diario, pero cuando debemos escribirlas nos comienzan a dar dudas sobre la ortografía correcta. En el día de hoy analizaremos el caso de todavía o todabía, cuya ortografía confunde a muchos porque la ‘b’ y la ‘v’ tienen un sonido similar cuando las pronunciamos.
Pon entonces atención porque en este artículos veremos cuál es la forma correcta de escritura: todabía o todavía. Además, te enseñaremos a usar de forma óptima la opción correcta.
Todabía
Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), veremos que ‘todabía’ no se encuentra registrada allí por lo que no es un término que exista en nuestra lengua oficial.
Todavía
Siendo así, la forma correcta es todavía, con ‘v’. Muchos se preguntarán entonces qué tipo de adverbio es ‘todavía’. Pues bien, puede ser un adverbio de tiempo o un adverbio de modo dependiendo de la frase en la cual se utilice:
- (Adv. t.) Hasta un cierto momento desde un tiempo anterior.
Ejemplo: Está cenando todavía (=está comiendo desde hace un tiempo). - (Adv. m.) Sin embargo, con todo eso, a pesar de ello, no obstante.
Ejemplo: Ella es muy gritona, pero todavía quiero yo caerle bien. - (Adv. m) Con sentido concesivo de corregir una frase anterior.
Ejemplo: ¿Por qué gritas? Todavía si tuvieras razón se justificaría. - (Adv. m.) Denota ponderación.
Ejemplo: Pedro es todavía más terco que tú.
Origen de la palabra ‘todavía’
«Todavía» es en realidad una palabra que es compuesta de 2 términos diferentes, ambos venidos también de nuestra lengua. Estas 2 palabras son ‘todo’ (en su modo femenino) y ‘vía’. Esta última significa ‘sendero’ o ‘camino’, por lo que al unir ambas podría dar una literalmente una idea de universalidad o de abarcar todos los caminos hacia algún lugar. Es considerada por muchos como uno de los términos más bellos de nuestro idioma, siendo usada en todos los países hispanoparlantes por igual.
Tipos de adverbios
Ya vimos que todavía es un adverbio, y como ella hay muchos en nuestra lengua, siendo muy útiles para conectar grupos de oraciones, ordenando las frases con su mera inclusión al principio de ellas. Los que manejan bien el idioma español usan estos adverbios con fluidez y coherencia, sacándoles partido para enriquecer su discurso hablado y escrito. Mostramos a continuación cómo se clasifican los adverbios en español:
- Adverbios de lugar
- Adverbios de tiempo
- Adverbios de orden
- Adverbios de negación
- Adverbios de afirmación
- Adverbios de deseo
- Adverbios interrogativos
- Adverbios exclamativos
- Adverbios relativos
- adverbios de duda
- Adverbios comparativos
¿Cómo diferenciar a un adverbio de un adjetivo?
Muchos podrían confundirse con su uso pero tienen objetivos diferentes en una oración. Mientras el adverbio es invariable, el adjetivo cambia o modifica el sustantivo de la frase. A continuación daremos un ejemplo de la diferencia entre un adjetivo y un adverbio:
- Adjetivo: Como muchas legumbres/Como mucho tomate (el sustantivo es modificado, pues varía su cantidad al poner la palabra ‘mucho’ antecediéndola)
- Adverbio: A ella le gustan mucho las legumbres/A ella le gustan mucho los tomates (los sustantivos, tomates y legumbres, no sufren variación alguna).

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta