Muchas veces nos confundimos al escribir una palabra pues en la mente tenemos 2 o más opciones a elegir, y en algunos casos esas opciones se remiten a no saber si va una s final o no. En este artículo veremos un caso de esto al mostrarte cómo se escribe sosia o sosias.
Algunos casos de dudas de escritura muy interesantes y buscados son pies o pieses, huntar o untar, ves o vez y a ver o haber, entre otros.
Si buscamos la palabra ‘sosias‘ en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) veremos que está reconocida por lo que forma parte del idioma español. El término proviene de la comedia griega Anfitrión creada por Plauto, en la cual Mercurio se hacía pasar por el personaje Sosias.
Según la RAE y otros diccionarios, ‘sosias‘ se define como una ‘persona que tiene mucha similitud o parecido con otra, al punto de poder confundirse con ella’. Ejemplos:
- Stalin tuvo a un sosias durante la 2ª Guerra Mundial como forma de protegerse de ataques.
- Él es claramente un sosias de aquel famoso actor del que te hablaba, pues parecen gemelos.
El equivalente de ‘sosias‘ en el mundo del cine son los dobles, quienes son personas que se parecen mucho a los actores, reemplazándolos en escenas de alto riesgo. Obviamente, el plural de sosias es la misma palabra.
Sosia
La palabra ‘sosia‘ también es reconocida por la RAE significando lo mismo que ‘sosias’, por lo que ambas se pueden usar indistintamente. Sin embargo, la RAE recomienda más del uso de ‘sosias’, pues hace referencia exacta el nombre del personaje de la comedia griega del cual deriva el término en español.
- Todo el mundo enloqueció al ver un sosia de Elvis presley.
¿Cómo se dice: sosia o sosias? Esperamos hayas podido ver que ambas palabras son correctas y significan lo mismo, pero se usa más ‘sosias’.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.