Cómo se escribe ¿Sexy o Sexi?
La palabra sexy es un anglicismo que fue incorporado por nuestra lengua español, siendo muy usado en el día a día. Al pronunciar la palabra no hay problema alguno, pero cuando queremos escribirla nos surge la duda si debemos respetar su raíz original del inglés (‘sexy’) o bien castellanizarla (‘sexi’). En este artículo abordaremos entonces este problema mostrándote cómo se escribe sexy o sexi.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación a palabras importadas del inglés son click o clic, gays o gais, slogan o eslogan y sánguche o sándwich, entre otros. Todos ellos son ejemplos interesantes por lo que te invitamos a leerlos.
Si buscamos la palabra ‘sexy‘ en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) veremos que no se encuentra registrada, por lo que no forma parte del idioma español aun cuando esta sea la forma en que se escribe en su raíz original, en inglés.
Por lo tanto, si ves en alguna publicación frases como: ‘una modela muy joven y sexy’ o ‘una actitud de conquista muy sexy’, debes tener en cuenta que están incorrectamente escritas. Muchos diccionarios incluyen a ‘sexy’ como la forma correcta, pero la RAE es la última autoridad en esta materia.
La forma correcta de escritura en español es ‘sexi‘, con -i, aun cuando la palabra original en inglés vaya con una -y. Según la RAE, sexi es un adjetivo que se define como ‘que tiene atractivo físico y sexual’, pudiendo referenciar a una ropa o persona. Ejemplos:
- Una presentadora de televisión muy bella y sexi.
- Un vestido muy sexi.
- Una actitud sexi de conquista.
Sinónimos de sexi
Te mostramos a continuación los sinónimos de sexi, para que puedas ampliar tu vocabulario:
- Sensual
- Erótica
- Sexual
- Seductor
- Atractivo
- Sugestivo
¿Cómo se dice: sexy o sexi? Esperamos te haya quedado claro que la RAE sólo reconoce a la palabra ‘sexi’ como la forma correcta de escritura en el español.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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