Cómo se escribe ¿Salvoconducto o Salvo conducto?
Uno de las causantes más comunes de errores ortográficos es no saber si escribir juntas o separadas las palabras, habiendo muchas de ellas que generan dudas. En este artículo veremos un caso de esta problemática al mostrarte cómo se escribe: salvoconducto o salvo conducto.
Algunos ejemplos muy frecuentes de dudas sobre si escribir las palabras juntas o separadas son bocarriba o boca arriba, medioambiente o medio ambiente, malentendido o mal entendido y bocacalle o boca calle, entre otros.
La conjunción ‘salvo conducto‘, escrita de forma separada, no es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) por lo que está incorrectamente escrita.
La forma correcta de escribir la palabra es ‘salvoconducto‘, todo junto. Según la RAE, salvoconducto significa ‘un documento entregado por una autoridad para que quien lo porte pueda transitar sin problemas por el territorio cuya jurisdicción recae sobre ella’. Ejemplos:
- El mercader puso transitar por el califato gracias al salvoconducto del califa.
- Un funcionario consular viaja frecuentemente con salvoconductos.
Cómo se dice salvoconducto en otros idiomas
Te mostramos la traducción de salvoconducto en otros idiomas, para que puedas ampliar tu vocabulario:
- Cómo se dice salvoconducto en inglés: safe-conduct
- Cómo se dice salvoconducto en francés: sauf-conduit
- Cómo se dice salvoconducto en italiano: salvacondotto
- Cómo se dice salvoconducto en portugués: salvo-conduto
- Cómo se dice salvoconducto en catalán: salconduit

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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