El hecho de que existan diferentes dialectos, provoca que muchos hablantes se confundan a la hora de escribir la consonante “s”. En concreto, por el fenómeno del ceceo se tiende a sustituir la “s” por la “c”, originando problemas en la compresión escrita.
Esto es lo que ocurre con las dudas entre «revición o revisión» aunque existen otros casos similares como por ejemplo: vocación o vocasión o diverción y diversión.
Revición
No es una palabra escrita de forma correcta, ya que no figura en la RAE.
Revisión
Esta sí es la forma adecuada de expresar dicha palabra. El significado más importante de revisión es «acción de revisar».
Ejemplos:
- Realizó una revisión exhaustiva de todo el edificio antes de dinamitarlo.
- El jefe hizo una revisión de todos los informes del semestre.
- Vamos a hacer una revisión en toda la casa para encontrar el objeto perdido.
Por otro lado, «revisión» también puede referirse a la comprobación, en cada año de los siguientes al respectivo reemplazo, de las excepciones y exenciones variables del servicio militar:
- El cabo comprobó la revisión de los reclutas de este año, para presentar un balance ante sus superiores
¿Cuál es el origen de la palabra «revisión»?
La palabra en castellano revisión está formada por raíces latinas. Sus componentes léxicos son: el prefijo re- (repetición), visus (visto), yel sufijo -ción (acción y efecto)
Sinónimos de revisión
Ahora puedes aprender más vocabulario memorizando estos sinónimos de “revisión”: comprobación, examen, repaso, revista, verificación, reconocimiento, exploración, consideración, estudio, registro u observación.
Cómo se dice revisión en otros idiomas
Ahora puedes prender nuevas lenguas gracias a la traducción de esta palabra:
- Inglés: inspection/review
- Francés: révision
- Portugués: revisão
- Italiano: revisione
- Alemán: durchsicht/prüfung
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.