Cómo se escribe ¿Reventar o Rebentar?
¿Algunas vez has dudado acerca de si debes escribir «reventar o rebentar»? Muchas veces en español no sabemos si escribir con la «b» o la «v» ya que a la hora de pronunciarlas el sonido es idéntico, aunque no lo son a la hora de escribirlas.
En este artículo veremos un caso clásico de esta problemática al ver la forma correcta entre reventar y rebentar.
Rebentar
No es una palabra que esté contenida en la RAE (Real Academia Española), por lo que debes evitar escribirla con b.
Reventar
Reventar es la forma correcta de escritura, pues tal como indica la RAE, trae los siguientes significados:
- Proceder mediante violencia a desmontar o destruir algo.
Ejemplo: Tuvo que reventar la caja fuerte para sacar lo que había dentro.
- Soportar una persona demasiada carga de trabajo, provocándole fatiga.
Ejemplo: Estaba reventado de tanto trabajar todos los días.
- En lenguaje coloquial; enfadar o molestar a una persona.
Ejemplo: Le revienta que le hablen así.
- Referido a una cosa; romperse su estructura debido a una presión interior.
Ejemplo: El vaso ha reventado en el microondas
¿De dónde viene el verbo «reventar»?
El verbo en castellano «reventar» proviene de dos palabras en latín: por un lado el prefijo re que acompañado de otra palabra enfatiza su significado, y por otro la palabra ventus cuyo significado es «viento».
Sinónimos de reventar
Si quieres ampliar tu vocabulario, aquí te dejamos algunos de los sinónimos más frecuentes de la palabra «reventar»: romper, estallar, quebrar, abrir, rajar, resquebrajar, desintegrar, desbaratar
Cómo se dice “reventar” en otros idiomas
Para completar tu aprendizaje del español, puedes ojear cualquiera de estas traducciones:
- Inglés: burst
- Francés: éclat
- Portugués: rebentar
- Italiano: scoppiare
- alemán: platzen

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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