Cómo se escribe ¿Recoge o Recoje?
Las palabras homófonas son las que se pronuncian igual pero se escriben diferente, y esto provoca que más de alguno se confunda sobre cuál de ellas es la correcta al escribir. Esto se da con particular frecuencia en los verbos terminar en -ger, -gir, -jer o -jir, ya que la ‘g’ y ‘j’ suenan igual cuando van seguidas de las vocales e,i.
El caso que veremos en este artículo, entonces, es un ejemplo clásico de esta problemática, ya que analizaremos si escribir recoge o recoje. Algunos ejemplos de casos similares, en donde se confunde el uso de la ‘g’ y la ‘j’ son targeta o tarjeta, dige o dije, proteger o protejer y acoger o acojer, entre otros.
Recoje
La palabra ‘recoje‘ no es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española, por lo que no debes escribirla con j, aun cuando el verbo del cual deriva (recoger), sí se escriba con ‘g’.
Recoge
La forma correcta de escritura es ‘recoge‘, con g, correspondiendo a la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo recoger. Te damos algunos ejemplos de su uso:
- La criada recoge siempre las cosas que bota al suelo el bebé.
- María siempre recoge los duraznos del árbol cuando llega la estación de cosecha.
- El jefe recoge las críticas de buena forma.
Cómo se conjuga el presente de indicativo del verbo recoger
De forma de que puedas entender cuáles conjugaciones van con ‘g’ y cuáles con ‘j’, te mostramos cómo se conjuga el presente del verbo recoger:
- Yo recojo
- Tú recoges
- Él, ella, ud. recogen
- Nosotros recogemos
- Vosotros recogéis
- Ellos, ustedes recogen
¿Cuál es el origen del verbo «recoger»?
El verbo en castellano «recoger» tiene su origen en el verbo en latín recogillere cuyo significado es «coger algo que se ha caído».
Sinónimos del verbo «recoger»
Algunos de los sinónimos más habituales para el verbo «recoger» son: coger, cosechar, recolectar, reunir, juntar, agarrar.
Cómo se dice «recoger» en otros idiomas
- Inglés: pick up
- Francés: ranger
- Portugués: escolher
- Italiano: raccogliere
- Alemán: abholen

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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