Cómo se escribe ¿Puzzle o Puzle?
Los anglicismos son palabras importadas del inglés que terminan por formar parte de nuestro idioma. Algunos anglicismos son incorporados tal cual se escriben en inglés mientras que otros son castellanizados a nuestra lengua, lo que puede llevar a la confusión en la escritura de muchos de ellos, generando errores ortográficos. En este artículo veremos un caso de anglicismo al mostrarte cómo se escribe puzzle o puzle.
Si buscamos la palabra ‘puzzle‘ en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), veremos que el término no se encuentra registrado. Esto significa que ‘puzzle’ no forma parte del idioma español, por lo que si ves frases como ‘ayúdame a resolver este puzzle’ o ‘le compré un puzle a mi hijo para su cumpleaños’, debes saber que están mal escritas, aun cuando la palabra original en inglés se escriba así.
Puzle
La forma correcta de escritura en español es ‘puzle‘, esto es, ha sido castellanizada a partir de la palabra en inglés (‘puzzle’). La RAE y otros diccionarios definen a puzle como ‘juego que consiste en componer una figura combinando un cierto número de pedazos de cartón o madera, habiendo en cada uno de ellos una parte de la figura’.
Otra forma de referirse a puzle o sinónimo en español es ‘rompecabezas‘. El primer puzle fue creado de forma involuntaria por John Spilsbury en 1760, al trabajar con los pedazos de un mapa. Ya para los primeros años del siglo XX comenzaron a aparecer masivamente los primeros puzzles artísticos para adultos, hechos con piezas de madera.
Algunas rompecabezas actuales muy conocidos, aunque sean de otro tipo, son el Cubo de Rubik, Cubo Soma, Torres de Hánoi y Pentaminó.
¿Cómo se dice: Puzle o Puzzle? Esperamos te haya quedado claro si bien la palabra original en inglés es ‘puzzle’, la forma correcta de escritura en español es ‘puzle‘.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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