La solución correcta es “probar”, un verbo que se relaciona con la degustación de comida o bebida, o con la revisión de objetos o situaciones.
Las siempre problemáticas “b” y “v” tienen unas reglas gramaticales, pero justo para esta palabra no se aplican, por lo que tendrás que escribirla de memoria.
Provar
Deja ya de buscar en el diccionario la RAE (Real Academia Española), pues esta palabra no existe, ya que está mal escrita.
Probar
Ahora sí que has dado en el clavo, si consultas la RAE, aparece dicho verbo con estos significados:
- Ensayar o realizar experimentos para demostrar las cualidades de alguien o algo.
- Ejemplo: Tuvieron que probar el lanzamiento del cohete antes de que subiesen los astronautas.
- Ingerir una cantidad de comida para ver si se adapta al gusto del comensal.
- Ejemplo: Juan pidió probar un poco de aquella carne, para ver qué tal sabía.
- Buscar una justificación de un hecho mediante razonamientos, testigos, etc.
- Ejemplo: El abogado buscaba probar al jurado que su cliente era inocente.
- Comprobar que una cosa está fabricada con las medidas deseadas, ajustándose a otra.
- Ejemplo: Se probó la camisa antes de comprarla.
Sinónimos de probar
Para todo aquel que necesite más variedad en sus textos, nada mejor que sazonarlos con unos cuantos sinónimos, en su primer significado de realizar experimentos para comprobar las cualidades de alguien o algo:
- Acreditar
- Justificar
- Demostrar
- Evidenciar
- Convencer
- Certificar
Ahora bien, en su otro significado, de ingerir alguna comida para ver si gusta, te mostramos estos otros sinónimos:
- Catar
- Saborear
- Degustar
- Paladear
Cómo se dice “probar” en otros idiomas
En tu aprendizaje del español siempre es importante consultar las demás lenguas, para ver las variaciones en cada país:
- Cómo se dice “probar” en inglés: try
- Cómo se dice “probar” en francés: tester
- Cómo se dice “probar” en portugués: tentar
- Cómo se dice “probar” en italiano: provare
- Cómo se dice “probar” en alemán: versuchen
Por último, no puedes irte de aquí sin saber que «provar» no se utiliza bajo ningún concepto.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.