Cómo se escribe ¿Proscrito o Prescrito?
Muchas palabras en español nos confunden cuando existen algunas que son parecidas al término que teníamos en mente. Siendo así, muchos creen que ambas opciones son correctas, cuando en muchos casos solo una de ellas existe en el idioma español. En este artículo veremos el caso de 2 palabras muy parecidas y que por ello confunden a muchos: proscrito y prescrito.
Algunos ejemplos interesantes de dudas entre 2 términos parecidos entre sí son: carear o cariar, criatura o creatura, recepcionar o recibir y frego o friego, entre otros. Veremos además el significado de la(s) palabra(s) correcta(s) para que puedas usarla correctamente en las frases, sean escritas o habladas. Pon atención porque te mostramos cómo se escribe: proscrito o prescrito.
Existencia de proscribir
Tanto proscrito como prescrito son términos en la forma de participio, por lo que de existir debieran provenir de los verbos proscribir y prescribir, respectivamente. Por lo tanto, para averiguar si uno o ambos de estos términos forman parte del idioma español, debemos primeramente investigar la existencia de prescribir y proscribir. Si buscamos en la RAE el verbo proscribir, veremos que su definición es ‘mandar, determinar u ordenar algo’. Ejemplos:
- El código civil prescribe sanciones a quienes no cumplan la ley.
- Me prescribieron unos días de descanso en la oficina a causa de mi estrés.
Ahora bien, el verbo proscribir también podría significar ‘perder validez o efectividad un derecho’. Por ejemplo:
- El plazo para denunciar al agresor ha proscrito por haber pasado ya más de 2 años.
- La multa ha proscrito en el sistema por lo que ya no es necesario pagarla.
Como último, dato, prescribir también puede usarse en el sentido de indicar o fijar algo, especialmente por parte de un especialista (como un médico):
- Me han prescrito unas tabletas para la tos.
Como conlusión, podemos entonces afirmar con seguridad que ‘prescrito’ existe en el español, con los significados que acabamos de analizar y ejemplificar.
Existencia de proscribir
El verbo proscribir también es reconocido en la RAE, por lo que el término ‘proscrito’ igualmente existe en el español. Sin embargo, ‘proscribir’ tiene un significado diferente al de ‘prescribir’ pues su definición principal es ‘echar o desterrar a alguien de su patria, normalmente por causas de tipo político’. Siendo así, se usa para indicar que alguien ha sido exiliado o expulsado de su país:
- El ministro ucraniano fue proscrito del país por haber espiado para Rusia.
Ahora bien, también puede usarse el verbo proscribir en el sentido de ‘prohibir una costumbre o del uso de algo’, lo cual se da especialmente en países donde no existen libertades religiosas o de consciencia:
- El régimen ha proscrito el acceso a Facebook.
- El alcohol es proscrito por esta nación islámica.
Por lo tanto, podemos usar el término ‘proscrito’ con toda confianza, teniendo cuidado de no confundirnos con los usos de ‘prescrito’, pues son totalmente diferentes aun cuando mucha gente los use erróneamente de forma indistinta.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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