Hoy hablaremos de 2 opciones muy similares de escribir la palabra: posventa o postventa. Este término es muy usado actualmente en nuestras sociedades de consumo pues nos da la idea de un servicio luego de realizada la venta, por lo que conviene saber bien la forma correcta de escritura para no dar una mala imagen.
Algunos ejemplos de dudas de escritura interesantes de revisar son pudrir y podrir, aversión o adversión, prescribir o proscribir y cariar o carear, entre otros.
La palabra postventa existe en el español y es reconocida por la RAE por lo que se puede escribir así, sin embargo, la Real Academia Española sugiere escribirla como se muestra en el paso siguiente.
La palabra posventa también existe en el español pero es la opción más recomendada por la RAE, cuya definición es: espacio de tiempo luego de la venta de un producto que la compañía se compromete a dar un servicio de reparación y garantía.
- Se me fundió el ordenador, así que llamaré al servicio de posventa de la compañía.
- Si se te echó a perder el horno, debes contactar al servicio de posventa de esa empresa.
- Un buen servicio de posventa garantiza una fidelidad del cliente.
Cómo se escribe posventa en otros idiomas
La palabra posventa se puede traducir en otros idiomas como sigue:
- Cómo se dice posventa en Catalán: postvenda
- Cómo se dice posventa en Italiano: post-vendita
- Cómo se dice posventa en Portugués: pós-venda
- Cómo se dice posventa en Inglés: after sales
- Cómo se dice posventa en Francés: après-vente
- Cómo se dice posventa en Alemán: after-sales
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.