Cómo se escribe ¿Pisar o Pizar?
Hoy hablaremos de pisar o pizar, 2 palabras homófonas, esto es, que suenan igual pero que se escriben diferente. Es frecuente que muchos puedan confundirse al escribir ciertas palabras, no sabiendo si van con una s o una z. Algunos ejemplos de dudas comunes con la ‘s’ o la ‘z’ son tasa o taza, enlazar o enlasar, loza o losa y casar o cazar.
La mejor forma de mejorar la ortografía es teniendo un buen hábito de lectura, lo cual además te ayudará a mejorar tu comprensión de lectura.
La palabra ‘pizar’ no es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) por lo que no debes escribirla con ‘z’ bajo ningún motivo.
Pisar
La forma correcta de escribir es pisar, con s, y te mostramos su significado según la RAE:
- Poner el pie sobre algo.
Ejemplo: Cuidado con pisar el plátano en el suelo. - Apretar algo con el pie.
Ejemplo: Pisar el acelerador; pisar las uvas. - Causar un daño moral a alguien.
Ejemplo: Ella es capaz de pisar a todo el mundo con tal de ascender en el trabajo. - Aparecer en un lugar.
Ejemplo: Hace mucho que no piso su casa.
El verbo pisar tiene varios sinónimos que te conviene conocer para mejorar tu ortografía y vocabulario:
- (Pisar al caminar) Pasar, andar, patrullar, hollar.
- (Poner el pie con fuerzo sobre algo) Estrujar, aplastar, apretar, prensar, triturar.
- (Aprovecharse de alguien) Humillar, ultrajar, atropellar, pisotear, menospreciar.
Cómo se dice pisar en otros idiomas
Te mostramos cómo se traduce pisar en otros idiomas, en el sentido de ‘pisar sobre algo al caminar’:
- Cómo se dice pisar en Inglés: step
- Cómo se dice pisar en Francés: marcher sur
- Cómo se dice pisar en Portugués: pisar
- Cómo se dice pisar en Italiano: calpestare
- Cómo se dice pisar en Catalán: trepitjar
¿Cómo se dice pizar o pisar? Esperamos te haya quedado claro que ‘pizar’ no existe, por lo que la forma correcta es ‘pisar’.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

Deja una respuesta