Cómo se escribe ¿Parece o parese?
La forma correcta de escritura es parece, con c. Esta es una conjugación que proviene del verbo parecer, y veremos cómo usarla correctamente en este artículo.
La confusión entre parece y parese se debe al hecho de que en la mayoría de los países latinoamericanos (salvo España), la c y la s se pronuncian igual cuando van seguidas de la e/i (algo conocido como seseo), por lo que muchos se confunden al intentar escribir ciertos términos. Podemos ver otros ejemplos en las siguientes palabras:
Ejemplos de parece
El término parece corresponde a la tercera persona singular (usted, el, ella) del presente del modo indicativo del verbo parecer. Ejemplos:
- Usted parece muy agradado con la presencia de mi hija.
- El no parece estar entendiendo nada.
- Ella parece ser más alta de lo que realmente es.
- Parece que la situación se salió de control.
- Me parece que nada mejorará.
- Usted parece ser una persona compasiva.
Conjugación del presente de parecer
- Yo parezco
- Tú pareces
- Él, ella, ud. parece
- Nosotros parecemos
- Vosotros parecéis
- Ellos parecen
Cómo se dice ‘parece que’ en otros idiomas
El verbo parecer es muy usado en nuestra lengua, por lo que su traducción también es importante si quieres usarlo en otros idiomas. Veamos cómo se dice parece que en algunos de ellos, en su significado más usado (existir la impresión de lo expresado por una oración introductoria, seguida de la proposición que).
- Cómo se dice parece que en inglés: it seems that…
- Cómo se dice parece que en italiano: sembra che…
- Cómo se dice parece que en portugués: parece que…
- Cómo se dice parece que en catalán: sembla que…
- Cómo se dice parece que en francés: il semble que…

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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