Cómo se escribe ¿Olla u Hoya?
Olla se refiere a una vasija con barriga, boca y cuello anchos, que sirve para cocer alimentos o a una comida preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas, entre otros. Por otra parte, hoya denota una concavidad de gran tamaño en la tierra o bien un hoyo para enterrar un cadáver.
Cuándo usar olla
Olla es un sustantivo femenino que indica, como ya vimos, una vasija con barriga, boca y cuello anchos, y con una o dos asas, que sirve para cocer alimentos. También indica una comida preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas, entre otros.
Ejemplos:
- Hicimos una olla de almuerzo.
- Esta olla es suficientemente grande para hacer un estofado.
En relación al fútbol, olla denota el área, o zona marcada delante de la meta. En este contexto, olla se usa para indicar el área a la que se bombea el balón como último recurso para facilitar que un compañero remate a gol.
Ejemplos:
- El lateral tiró un centro a la olla.
- Centrar a la olla es el último recurso.
Cómo se dice olla en otros idiomas
Cuando nos referimos a la vasija con asas para cocinar, te mostramos las traducciones de olla:
- Cómo se dice olla en inglés: pot
- Cómo se dice olla en portugués: panela
- Cómo se dice olla en italiano: pentola
- Cómo se dice olla en francés: casserole
- Cómo se dice olla en catalán: olla
Cuándo usar hoya
El término hoya también existe en el español. Se trata de una concavidad u hondura grande formada en la tierra, pero también puede referirse a un hoyo para enterrar un cadáver.
Ejemplos:
- La vaca se cayó en una hoya y la tuvimos que sacar con una grúa.
- En esta hoya están enterrados mis antepasados.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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