Cómo se escribe ¿Nerbioso o Nervioso?
Las letras “v” y “b” tienden a escribirse mal a consecuencia casi siempre de una errónea pronunciación, puesto que al pronunciarlas no siempre se logra diferenciar su sonido, dando pie a dudas en muchas palabras a la hora de la escritura. En este artículo de Spoots veremos un caso de esto al mostrarte cómo se escribe: nerbioso o nervioso.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la ‘b’ y la ‘v’ son voy o boy, dever o deber, anduve o andube y banal o vanal, entre otros.
Enseguida te mostramos cómo se escribe correctamente entre nerbioso y nervioso.
“Nerbioso” se encuentra escrito de forma incorrecta al no ser reconocido por la Real Academia Española (RAE), por lo que uso no es recomendado con la ‘b’.
‘Nervioso’ es la forma correcta de escribir el término, y te mostramos sus 2 principales significados según la RAE y otros diccionarios:
- Algo que tiene nervios.
Ejemplo: El tejido nervioso de una persona es muy complejo y puede detectar cualquier cuerpo extraño en milésimas de segundo. - Dicho de una persona cuyos nervios se excitan fácilmente.
Ejemplo: Era un hombre muy nervioso, cualquier ruido producía un sobresalto en él.
Para que puedas expresarte con mayor riqueza de lenguaje, siempre es importante adquirir más palabras a tu lenguaje diario. En este caso, presta atención a los sinónimos de nervioso:
- Excitado
- Angustiado
- Inquieto
- Agitado
- Inseguro
- Desasosegado
- Intranquilo
Explicaciones ortográficas adicionales
Al principio, cuando se hablaba latín, tan sólo existían dos fonemas; la /b/ y la /w/ que sonaba como una “v”. Con el tiempo, ese fonema /w/, al mezclarse con el latín vulgar pasó a pronunciarse como una especie de /β/ (ejemplos: lavar, abajo) que sin llegar a ser una /b/ tenía un sonido casi similar sin llegar a cerrar los labios al pronunciarla.
El problema entonces era que, en el español medieval existían dos “b” (la b normal y la /β/). Tras la aparición de la RAE, allá por el siglo XVII, se decidió que todo lo que en el latín clásico tuviese “b” o “v” conservase la misma grafía, aunque algunas palabras habían calado tan hondo que conservaron la grafía modificada (eje: maravilla del latín marabillia).
En el caso de “nervioso” procede del latín “nervium” por lo que se escribe con “v” por herencia etimológica.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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