Cómo se escribe ¿Negligente o Neglijente?
Hoy veremos el caso de negligente o neglijente, 2 palabras homófonas, esto es, que tienen igual sonido pero diferente escritura, y son las que más generan confusión. En el caso de la redacción de palabras con ‘g’ o ‘j’, debes saber que en ciertas ocasiones sus sonidos en el idioma oral pueden pronunciarse como una ‘j’, sin embargo, a la hora de escribir existen ciertas reglas que determinan cuales palabras deben llevar “g” o “j”.
Algunos ejemplos de dudas de escritura referidas al uso de la ‘g’ y la ‘j’ son dige o dije, cogido o cojido, proteger o protejer y embalaje o embalage, entre otros.
La palabra “neglijente” está incorrectamente usada pues no es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), lo que implica que no forma parte de nuestro lenguaje.
La palabra “negligente” es la correcta manera de escribirla y según la RAE y otros diccionarios significa ‘persona descuidada, con falta de atención en aplicarse a determinadas tareas.
- Ese empleado era muy negligente; llegaba siempre tarde y era necesario repetirle las cosas cuarenta veces.
- Por culpa de su actitud negligente, no pudieron arrestar al culpable del delito.
Te mostramos los principales sinónimos de la palabra negligente:
- (Sin organización) Descuidado, desaliñado, desordenado, dejado, abandonado.
- (Que no se esfuerza) Indolente, holgazán, vago, apático, abúlico, perezoso.
- (Sin criterio) Imprudente, imprevisor, incauto.
¿Cómo se dice negligente en otros idiomas?
Te mostramos la traducción de la palabra negligente en otras lenguas de gran uso:
- Cómo se dice negligente en Catalán: negligent
- Cómo se dice negligente en Italiano: negligente
- Cómo se dice negligente en Portugués: negligente
- Cómo se dice negligente en Inglés: negligent
- Cómo se dice negligente en Francés: négligent
- Cómo se dice negligente en Alemán: fahrlässig
Comentarios ortográficos adicionales
Se mencionaba antes unas reglas ortográficas con respecto al uso de la “g”, y en verdad las hay:
Las palabras que contengan la sílaba “gen” siempre se escriben con “g”.
Para esta norma, como casi siempre en castellano existen excepciones; ajeno, berenjena, jengibre, comején y la tercera persona de los verbos cuya terminación en infinitivo sea “jar”.
Ejemplos: trabajar>>>trabajen, viajar>>>viajen, dibujar>>>dibujen, rebajar>>>rebajen.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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