Cómo se escribe ¿Miscelánea, Micelánea o Miselánea?
La forma correcta de escribir la palabra es miscelánea, con «sc». Por otra parte, «micelánea» y «miselánea» no existen en el español por lo que escribirlas así es caer en un error ortográfico.
Las 3 palabras son homófonas puesto que tienen la misma pronunciación, lo que redunda en confusión para muchos al intentar saber cuál es la correcta. Ahora que ya lo sabes, te enseñamos cómo usarla correctamente.
Cuándo usar miscelánea
Miscelánea se define como el femenino de misceláneo, un adjetivo que se define como «mixto, vario, compuesto de cosas distintas o de géneros diferentes». Al ser un adjetivo, necesita un sujeto en la frase al cual calificar:
Ejemplos:
- Es una obra miscelánea, que recoge diferentes aspectos de la historia y política.
- Juan es un artista misceláneo, que graba diferentes estilos musicales.
Por otra parte, miscelánea es un sustantivo femenino se define como una obra o escrito en que se tratan muchas materias inconexas y mezcladas. Asimismo, miscelánea se define como «mezcla, unión de unas cosas con otras». En este último caso, también se trata de un sustantivo femenino, y no hay que confundirlo con el adjetivo que se había definido anteriormente.
Ejemplos:
- El escritor publicó una miscelánea, repleta de temas variados y sin relación entre sí.
- Hice una miscelánea con todas las diferentes sobras de comida que quedaron de ayer.
Sinónimos de miscelánea
- Mezcla
- Junta
- Variedad
- Combinación
- Amalgama
- Revoltijo
Cómo se dice misceláneo/miscelánea en otros idiomas
Cuando nos referimos a misceláneo como un adjetivo (esto es, puede escribirse en femenino o masculino), te mostramos cómo se traduce:
- Cómo se dice misceláneo en inglés: miscellaneous
- Cómo se dice misceláneo en francés: éclectique, varié
- Cómo se dice misceláneo en italiano: varie
- Cómo se dice misceláneo en portugués: miscelânea

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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