Cómo se escribe ¿Mansión o Manción?
Mansión y manción son palabras homófonas, esto es, que se pronuncian igual. Esto no es problema al momento de hablar pero puede serlo al momento de querer escribir con una correcta ortografía, tomando en cuenta, además, que muchas palabras en español terminan tanto en -ción como en -sión. Debemos entonces aclarar desde ya que mansión es la forma correcta de escritura, mientras que el término «manción» no existe en el idioma español.
Ahora que ya está aclarada la forma correcta de escribir la palabra, te mostramos cuál es su definición y otras importantes informaciones anexas.
Definición de mansión
Mansión se define como una vivienda, especialmente referida a palacios y construcciones grandes y suntuosas:
- El es un multimillonario que vive en esta espléndida mansión.
- El evento de arte se realizará en esta mansión de estilo victoriano del siglo pasado.
Si bien siempre se asocia «mansión» a una casa suntuosa y de grande porte, la RAE también le da la acepción de «morada» o «albergue», por lo que el contexto en que está escrita la palabra nos dirá si estamos hablando de un palacio o simplemente de una residencia.
Sinónimos de mansión
- Palacio
- Palacete
- Casa
- Heredad
- Caserón
- Residencia
Cómo se dice mansión en otros idiomas
- Cómo se dice mansión en inglés: mansion
- Cómo se dice mansión en francés: manoir
- Cómo se dice mansión en italiano: palazzo, villa
- Cómo se dice mansión en portugués: mansão
- Cómo se dice mansión en catalán: mansió

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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