La forma correcta de ortografía es llevo, mientras que llebo no existe en el diccionario español por lo que nunca se debe escribir con la «v». Esto es lógico puesto que llevo proviene del verbo llevar, el cual también lleva una «v». Ahora que ya hemos aclarado la escritura, te mostramos cómo usar correctamente «llevo».
Cuándo usar llevo
Llevo se refiere a la primera persona en singular del presente de indicativo del verbo llevar, el cual normalmente significa: «conducir algo desde un lugar a otro alejado de aquel en que se habla o se sitúa mentalmente la persona que emplea este verbo», aunque llevar también equivale a «traer puesto el vestido o la ropa», o bien «haber pasado un determinado período de tiempo en una misma situación o en un mismo lugar».
Ejemplos:
- Llevo dos horas esperando que me llames.
- ¿Te llevo el almuerzo a tu cama?
- Llevo 6 años estudiando esta carrera.
- Este es un dolor que llevo siempre en mi corazón.
Conjugación del presente de llevar
- Yo llevo
- Tu llevas
- El lleva
- Nosotros llevamos
- Vosotros lleváis
- Ellos llevan
Cómo se escribe llevar en otros idiomas
Cuando el verbo llevar se refiere a conducir algo desde un lugar a otro, te mostramos cómo se traduce en otras lenguas:
- Cómo se escribe llevar en inglés: bring
- Cómo se escribe llevar en francés: porter
- Cómo se escribe llevar en italiano: portare
- Cómo se escribe llevar en portugués: levar
- Cómo se escribe llevar en catalán: portar
Sinónimos de llevar
- Conducir
- Transportar
- Acarrear
- Portar
- Trasladar
- Dirigir
- Cargar
- Guiar
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.