Cómo se escribe ¿Ligero o Lijero?
La forma correcta de escribir la palabra es «ligero», mientras que «lijero» no existe en el idioma español por lo que nunca debes escribirla con «j».
El sonido de la «g» y la «j» es el mismo cuando van seguidas de la vocal «i» o la «e». Siendo así, ligero y lijero tienen la misma pronunciación, lo que causa confusión sobre la correcta ortografía. Ahora que ya sabes cuál es la palabra correcta, te enseñamos cómo utilizarla correctamente.
Definición de ligero
Ligero es un adjetivo cuyo significado principal es: «que pesa poco», pero también equivale a «ágil» o «veloz».
- Este maratonista es un corredor ligero de gran fondo físico.
- Un coche de automóviles ligero y con gran aceleración.
- Mi hijo es ligero, ya que nunca ha comido mucho.
Por otra parte, ligero puede denotar a un alimento que se digiere rápidamente o bien al sueño que se interrumpe al menor ruido.
- Tengo el sueño ligero así que haz silencio mientras yo duerma.
- Prefiero las verduras y otros alimentos ligeros, para no sufrir de empacho.
Sinónimos de ligero
Cuando ligero se refiere a algo o alguien que se mueve a gran velocidad, sus sinónimos son:
- Rápido
- Veloz
- Presto
- Pronto
- Acelerado
- Activo
- Diligente
Cómo se dice ligero en otros idiomas
Cuando ligero se refiere a algo que pesa poco, así se traduce:
- Cómo se dice ligero en inglés: light
- Cómo se dice ligero en francés: léger
- Cómo se dice ligero en italiano: leggero
- Cómo se dice ligero en portugués: ligeiro
- Cómo se dice ligero en catalán: lleuger

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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