Cómo se escribe ¿Leyó o Leió?
Leyó es la forma correcta de escribir, puesto que leió no existe en el español. Siendo así, nunca debes escribirla con «i».
El sonido de la «i» y la «y» es el mismo, por lo que ambas palabras se pronuncian de la misma forma, lo que las convierte en palabras homófonas. Esto produce que haya confusión el momento de escribirlas, y aquí te aclaramos cómo escribir correctamente.
Cuándo usar leyó
Leyó se refiere a la tercera persona en singular (el, ella) o bien la segunda persona en singular formal (usted) del pretérito de indicativo del verbo leer. El principal significado del verbo leer es: «pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados».
Sin embargo, leer también puede significar «entender o interpretar un texto de determinado modo», «descubrir por indicios los sentimientos o pensamientos de alguien, o algo oculto que ha hecho o le ha sucedido» o «adivinar algo oculto mediante prácticas esotéricas», entre otros.
Ejemplos:
- Juan leyó el libro en voz alta.
- El juez leyó la sentencia del tribunal en frente del acusado.
- La gitana le leyó las manos a mi suegra.
- La adivina le leyó las cartas del tarot.
- Ella me leyó la mente antes de que yo empezase a hablar.
Cómo se conjuga el pretérito de leer
- Yo leí
- Tú leíste
- El, ella leyó
- Nosotros leímos
- Vosotros leísteis
- Ellos leyeron
Sinónimos de leyó
- Analizó
- Interpretó
- Ojeó
- Estudió
- Descifró

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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