Cómo se escribe ¿Leyendo o leendo?
La forma correcta de escritura es leyendo, mientras que leendo y lellendo no existen en español.
Estas palabras pueden parecer similares al escucharlas lo cual puede ocasionar una duda a la hora de transcribirlas. Vamos a comprobar entonces cuándo usar correctamente «leyendo», y algunos datos más para aprender a usarla de forma correcta.
Leendo
En el idioma castellano, el sonido que la letra «y» produce entre vocales, suele ser suave, y apenas perceptible. Sin embargo, no hay que caer en el error de escribir leendo ya que en este caso esta palabra no existe.
Lellendo
Lellendo tampoco existe en español, aunque suene igual que «leyendo».
Leyendo
La forma correcta de escribir esta forma verbal es «leyendo», que pertenece al verbo «leer». En concreto, está escrito en una forma no personal que se corresponde con el gerundio. El gerundio es un modo verbal que denota una acción del verbo que se realiza en el mismo momento en que se está hablando.
Ejemplos:
- Estoy leyendo un libro sobre historia.
- Por si estás leyendo esa revista, tiene un reportaje muy interesante.
- Continuaremos leyendo esta obra el próximo día.
¿De dónde proviene el verbo «leer»?
La palabra «leer» proviene del latín legere cuyo significado es «escoger o leer». Hace referencia al proceso visual mediante el cual una persona comprende y reconoce una escritura.
Sinónimos del verbo «leer»
Algunos de los sinónimos más habituales del verbo «leer» son:
- Descifrar
- Estudiar
- Repasar
- Interpretar
- Deletrear
- Ojear
Cómo se dice «leer» en otros idiomas
El verbo «leer» se escribe de la siguiente forma en diferentes idiomas:
- Inglés: to read
- Francés: lire
- Italiano: leggere
- Portugués: ler
- Alemán: lesen

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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