Cómo se escribe ¿Ira o Hira?
Hoy analizaremos 2 palabras homófonas: ira e hira. Estas palabras son llamadas así porque se escriben igual pero suenan diferente. Esto puede conllevar a cierta confusión por lo que es importante a aprender a escribirlas correctamente.
Otros ejemplos de palabras similares, en donde hay confusión de si incluir o no la h muda, son hipo o ipo, o haba o aba. Vamos a aprender algo más sobre esta pareja de palabras: ira o hira.
La palabra “hira” no existe en el español ni en la RAE, por lo que no se debe usar.
Ira
Ira sí existe en el idioma español, y te mostramos qué significa:
- Sentimiento de indignación o enfado que causa mucho enojo en una persona.
Ejemplo: Ella se llenó de ira al ver su marido con una amante. - Violencia por parte de los elementos de la naturaleza.
Ejemplo: El huracán mostró toda su ira en su paso por la isla. - Furia con deseo de venganza.
Ejemplo: Él va a sentir mi ira cuando lo encuentre. - IRA: Organización nacionalista irlandesa extremista.
¿Cuál es el origen de la palabra «ira»?
La palabra en castellano «ira» proviene de la palabra en latín ira cuyo significado es el mismo que tenemos en la actualidad: «enfado, enojo».
La palabra ira tiene varios sinónimos, entre los que se encuentra:
- Enojo: Rabia, molestia, disgusto, irritación, enfado, bronca, indignación.
- Sentimiento de furia: Cólera, furor, furia, ímpetu.
- Venganza: Desquite, castigo, retaliación.
Cómo se dice ira en otros idiomas
Te mostramos la traducción de ira en otros idiomas importantes:
- Portugués: raiva
- Alemán: zorn
- Inglés: anger
- Francés: colère
- Italiano: rabbia

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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