Cómo se escribe ¿Inyección o Inyeción?
La forma correcta de escritura es inyección, con doble «c». Por otra parte, escribir «inyeción» es una incorrección lingüística que debe evitarse siempre.
Es normal confundirse en la escritura de ciertas palabras que terminan en -cción o -ción, por lo que se debe tener especial cuidado en estos casos. Ahora que ya sabes la palabra correcta, te mostramos su uso.
Cuándo usar inyección
Inyección se define como la acción y efecto de inyectar, pero también puede referirse al fluido inyectado.
Ejemplos:
- Hoy me pondré la inyección del tifus.
- Esta empresa necesita una fuerte inyección de dinero.
- Para darle una inyección de ánimo, lo invité a un café.
- Para el moldeo de piezas, se aplica una inyección de termoplástico a la matriz.
- La inyección me dolió mucho cuando fui al vacunatorio.
También se le dice «inyección» al sistema de alimentación que inyecta el combustible a presión, en los motores de combustión interna.
- Hay que reparar la inyección del coche, pues hay pérdida de combustible.
Cómo se dice inyección en otros idiomas
- Cómo se dice inyección en inglés: injection
- Cómo se dice inyección en portugués: injeção
- Cómo se dice inyección en francés: injection
- Cómo se dice inyección en italiano: iniezione
- Cómo se dice inyección en catalán: injeccio
Tipos de inyección
- Inyección intravenosa: En la inyección intravenosa se introduce la aguja a través de la piel en una vena. En un ángulo de 20º el líquido entra por lo tanto en el sistema circulatorio.
- Inyección intramuscular: En la inyección intramuscular la aguja penetra en un tejido muscular, en un ángulo de 90°, depositando el líquido en ese lugar. Desde allí el cuerpo lo va absorbiendo lentamente a través de los vasos sanguíneos capilares. En el cuerpo humano se suelen inyectar en los brazos, los glúteos o los muslos.
- Inyección subcutánea: En la inyección subcutánea la aguja penetra muy poco espacio por debajo de la piel, el ángulo de inyección con respecto a la piel debe ser de 45º.
- Inyección intradérmica: La inyección intradérmica la aguja penetra solo en la piel (dermis) en un ángulo de 15º paralelo al eje longitudinal del antebrazo.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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