Cómo se escribe ¿Inmersión o Inmerción?
Inmersión e inmerción son palabras homófonas, pues tienen la misma pronunciación, y es por esta razón que no siempre queda clara la correcta ortografía al escribir. Por lo tanto, te aclaramos que la palabra correcta es inmersión, mientras que «inmerción» no existe en el español.
Ahora que ya sabemos cómo escribir correctamente la palabra, te mostraremos su definición, ejemplos y otras informaciones útiles.
Definición de inmersión
Inmersión se define como la acción de introducir o introducirse algo en un fluido o en un ambiente determinado. Asimismo, inmersión también se refiere a la acción y efecto de introducir o introducirse en un ámbito real o imaginario, en particular en el conocimiento de una lengua determinada.
Ejemplos:
- En la Iglesia Adventista del Séptimo Dia, se practica el bautismo por inmersión.
- Cuando voy al mar, siempre hago una inmersión para refrescarme la cabeza.
- El equipo de buzo va a efectuar una inmersión para intentar localizar el naufragio.
- Luego de 2 horas de inmersión, el submarino salió a flote.
- Mi inmersión total en estudio del inglés me ha significado tener menos tiempo para vida social.
Sinónimos de inmersión
- Chapuzón
- Sumergimiento
- Zambullida
- Sumersión
- Hundimiento
- Buceo
Cómo se dice inmersión en otros idiomas
- Cómo se dice inmersión en inglés: immersion
- Cómo se dice inmersión en francés: immersion
- Cómo se dice inmersión en italiano: immersione
- Cómo se dice inmersión en portugués: imersão
- Cómo se dice inmersión en catalán: immersió

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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