Cómo se escribe ¿Indibiduo o Individuo?
Tras siglos de evolución lingüística, el español pasó a heredar muchas palabras del latín, pero el problema fue que la grafía y la pronunciación en muchos casos no se corresponden, confundiéndose el sonido “v” con el “b” o viceversa, y traspasando dichas dudas a la escritura. Hoy veremos el caso de indibiduo o individuo, un clásico ejemplo de confusión con respecto a estas 2 letras.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la ‘b’ y la ‘v’ son vello o bello, barón o varón, andube o anduve y voy o boy, entre otros.
Te mostramos cómo se escribe correctamente entre indibiduo e individuo.
“Indibiduo” no es una palabra que se encuentre registrada en la RAE y por tanto, no es correcta utilizarla con una ‘b’. Aun cuandoveas en algunos lados frases como “un indibiduo de aspecto desarreglado”, debes saber que están incorrectamente escritas.
‘Individuo’ es la forma correcta de escribir la palabra, y te mostramos sus acepciones:
- Individual.
Ejemplo: La caja fuerte del banco se encontraba tras un muro individuo de gran grosor. - Que no puede ser dividido.
Ejemplo: La ración era ya tan pequeña que resultaba en un trozo de pan individuo. - (coloquial) Persona cuyo nombre y condición se ignoran o no se quieren decir.
Ejemplo: Aquel individuo pasó frente a mí, observándome extrañamente. - Cada ser organizado, animal o vegetal, respecto a la especie a la que pertenece.
Ejemplo: Los seres humanos son individuos pertenecientes a la especie homo sapiens.
Sinónimos de individuo
Para que puedas expresarte con mayor riqueza de lenguaje, te mostramos a continuación cuáles son los principales sinónimos de individuo:
- Ente
- Persona
- Prójimo
- Ser
- Sujeto
- Hombre
- Tipo
- Fulano
- Menda
Explicaciones ortográficas adicionales
Del latín “individuus” ha conservado la grafía etimológica hasta nuestros días. No hay regla que facilite su memorización, así que tendrá que memorizar la palabra, leyendo textos para familiarizarse con ella.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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