Cómo se escribe ¿Imprescindible, Imprecindible o Impresindible?
La forma correcta de escritura es imprescindible, con -sc. Por otra parte, imprecindible, solo con «c», e impresindible, solo con «s», están incorrectamente escritas por lo que se debe evitar su uso siempre.
Estas 3 palabras se pronuncian igual lo que las convierte en palabras homófonas; de ahí la confusión al intentar escribirlas correctamente.
Cuándo usar imprescindible
Imprescindible es un adjetivo que es definido como una cosa o persona de la que no se puede prescindir. También puede significar «necesario» u «obligatorio», que va en la misma línea de significado.
Ejemplos:
- Es imprescindible que vengas a casa hoy.
- Tu participación en esta empresa es imprescindible.
- Eres una compañía imprescindible en mi vida.
- Aprobar esta ley es imprescindible para la paz social.
Sinónimos de imprescindible
- Indispensable
- Irreemplazable
- Esencial
- Preciso
- Necesario
- Vital
- Urgente
Cómo se dice imprescindible en otros idiomas
- Cómo se dice imprescindible en inglés: indispensable, essential
- Cómo se dice imprescindible en italiano: indispensabile, essenziale
- Cómo se dice imprescindible en catalán: imprescindible
- Cómo se dice imprescindible en francés: indispensable, obligatoire
- Cómo se dice imprescindible en portugués: imprescindível

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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