Cómo se escribe ¿Ilegal o Hilegal?
Existen muchas palalabras que no sabemos si escribirlas con «h» o no, ya que al pronunciarlas la hache no hará ninguna diferencia, pero sí al intentar escribirlas. Hoy analizaremos las palabras ilegal e hilegal, para dilucidar la opción correcta.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación a la ‘h’ son adesivo o adhesivo, uso horario o huso horario, echar o hechar y hortensia u ortensia, entre otros.
‘Ilegal’ es la forma correcta de escribir la palabra y te mostramos sus significados:
- Algo que no respeta las normas establecidas por los organismos competentes y que resulta en una violación de estos.
Ejemplo: Tenía un negocio de contrabando ilegal de marihuana, si se diese cuenta la policía le podrían caer años de cárcel. - Persona que no cumple con los requisitos de extranjería para vivir en un determinado país.
Ejemplo: Cruzó la frontera como ilegal, sin pasaporte, y ahora debe ser repatriado.
Esta palabra no existe en la RAE por lo que se debe usar “ilegal”.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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