Cómo se escribe ¿Hortensia u Ortensia?
La ‘h’ muda es una letra que no genera ninguna diferencia en nuestra habla pero que sí puede llevar a numerosos errores ortográficos en la escritura si no tenemos claro cuándo se debe colocarla y cuándo no. En este artículo veremos un ejemplo de ello al analizar cómo se escribe hortensia u ortensia.
Algunos casos de dudas de escritura en relación al uso de la ‘h’ son aijado o ahijado, hechado o echado, halagar o alagar y yerba o hierba, entre otros.
La palabra ‘ortensia‘ no es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) por lo que no debes escribirla de este modo. Por lo tanto, si ves frases como ‘plantas de ortensia en mi jardín’ o ‘la ortensia es una flor ornamental que viene desde Asia’, deberás saber que está incorrectamente escrito.
Hortensia
La forma correcta de escritura es ‘hortensia‘, con h, y según la RAE y otros diccionarios se refiere a un ‘arbusto ornamental de la família de las saxifragáceas con hojas elípticas de color verde intenso, con flores azules, blancas o rosas agrupadas en ramos en el extremos de los tallos y que es proveniente de Japón’. También se la denomina Hydrangea por ser el nombre del género al cual pertenece.
La hortensia es un arbusto que se desarrolla mejor en climas templados y que es muy admirada por sus grandes cabezas florales, que aparecen desde inicios de primavera hasta finales de otoño.
Cómo se dice hortensia en otros idiomas
Pon atención porque te mostramos a continuación cómo se traduce hortensia en otros idiomas:
- Cómo se dice hortensia en inglés: hydrangea
- Cómo se dice hortensia en francés: hortensia
- Cómo se dice hortensia en italiano: ortensia
- Cómo se dice hortensia en portugués: hortênsia
- Cómo se dice hortensia en catalán: hortènsia

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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