Cómo se escribe ¿Hidropesía o Hidropecía?
La forma correcta de escribir la palabra es hidropesía, mientras que, por otra parte, «hidropecía» no existe en el idioma español, por lo que nunca debes escribirla con «c». La razón por la que muchos se confunden en la escritura es que hidropecía e hidropesía se pronuncian de la misma manera, pero ahora que ya sabemos la palabra correcta, te mostramos su definición.
Definición de hidropesía
Hidropesía se define como el derrame o acumulación anormal de líquido seroso. La hidropesía no constituye una enfermedad independiente en sí, sino un signo clínico que acompaña a diversas enfermedades del corazón, riñones y aparato digestivo. Siendo así, estas enfermedades poseen una íntima relación causa-efecto con la hidropesía.
Famosos que murieron de hidropesía
- Casandro, rey de Macedonia.
- El filósofo Heráclito.
- El emperador romano Honorio.
- Isabel I de Castilla.
- La Reina Germana de Foix.
- San Antonio de Padua.
- Miguel de Cervantes.
- El Sultán Solimán el Magnífico.
- Manuel Belgrano.
- Michel de Notredame (Nostradamus).
- Francisco Laso de la Vega
Cómo se dice hidropesía en otros idiomas
- Cómo se dice hidropesía en inglés: hydropsy
- Cómo se dice hidropesía en portugués: hidropsia
- Cómo se dice hidropesía en catalán: hidropesia
- Cómo se dice hidropesía en francés: hydropexie
- Cómo se dice hidropesía en italiano: idropsia

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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