Habilidad es la forma correcta de escribir la palabra, ya que abilidad, sin h, no existe en el idioma español, por lo que escribirla de esta última forma es caer en un error ortográfico. La duda entre abilidad y habilidad radica en que la h es una letra muda, por lo que si bien en el idioma hablado no hay diferencia, sí importa cuando escribimos.
Cómo usar la palabra habilidad
El término habilidad tiene varios significados así que veremos uno a uno los principales. Primeramente, significa «capacidad y disposición para algo», siendo un sinónimo de «destreza»:
- Es un dibujante con gran habilidad para pintar trazos largos.
- Juan tiene gran habilidad para relacionarse con otras personas.
Habilidad también se refiere a cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza:
- Su gran habilidad es poder hablar muchos idiomas.
- La habilidad que más destaca de Pedro es su viveza.
Cómo se dice habilidad en otros idiomas
Cuando nos referimos a habilidad como un sinónimo de destreza, sus traducciones en otras lenguas son:
- Cómo se dice habilidad en inglés: ability, skill
- Cómo se dice habilidad en portugués: habilidade
- Cómo se dice habilidad en francés: habileté
- Cómo se dice habilidad en italiano: abilità
Sinónimos de habilidad
- Destreza
- Competencia
- Capacidad
- Pericia
- Aptitud
- Talento
- Manejo
- Cualidad
- Soltura
- Gracia
También ver: harta o arta.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.