Cómo se escribe ¿Geriátrico o Jeriátrico?
La forma correcta de escribir la palabra es «geriátrico», mientras que «geriátrico» no existe en el idioma español por lo que nunca debes escribirla con «j».
La pronunciación de la «g» y la «j» es la misma cuando van seguidas de la vocal «i» o la «e». Siendo así, geriátrico y jeriátrico suenan igual, lo que causa confusión sobre la correcta ortografía. Ahora que ya sabes cuál es la palabra correcta, te enseñamos cómo utilizarla correctamente.
Definición de geriátrico
Geriátrico se define como «perteneciente o relativo a la geriatría» o bien al hospital o clínica donde se trata a ancianos enfermos. La geriatría, por su parte, es la rama de la medicina que se preocupa de los problemas y enfermedades de los adultos mayores, cómo prevenirlas y manejarlas.
Ejemplos:
- Tengo a mi mamá en el geriátrico pues ya es anciana y allá la cuidan muy bien.
- El doctor nos dijo que nuestra abuela padecía una enfermedad de tipo geriátrico.
Sinónimos de geriátrico
- Casa de reposo
- Asilo
- Hogar de ancianos
- Ancianato
- Residencia de ancianos
Cómo se dice geriátrico en otros idiomas
Cuando hablamos del geriátrico como el lugar donde se tratan ancianos, sus sinónimos son:
- Cómo se dice geriátrico en inglés: care home
- Cómo se dice geriátrico en francés: centre gériatrique
- Cómo se dice geriátrico en italiano: casa di riposo, geriatrico
- Cómo se dice geriátrico en catalán: geriàtric
- Cómo se dice geriátrico en portugués: geriátrico

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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