Cómo se escribe ¿Gente o Jente?
La forma correcta de escritura es gente, con g. Por otra parte, jente no existe en nuestro idioma por lo que escribirla con j es incurrir en una falta ortográfica. La confusión entre gente y jente deriva del hecho de que la ‘j’ y la ‘g’ se pronuncian igual cuando van seguidas de las vocales e,i. Siendo así, al hablar no hay problema pero sí puede haberlos al intentar escribirlas.
Cuándo usar gente
Gente es una palabra muy usada en nuestra lengua, y que puede tener varios significados pero el principal de ellos equivale a «pluralidad de personas»:
- Hay mucha gente agolpada en este centro comercial.
- Esta calle siempre tiene mucha gente caminando.
Otro significado de gente que se deriva del anterior es «cada una de las clases sociales»:
- No te asocies con esta gente.
- La gente rica siempre vive en barrios apartados.
Gente también puede equivaler a decir «familia»:
- Mi gente es muy amable. Lo sabrás cuando los conozcas.
- ¿Cómo está tu gente?
Por último, podemos decir que gente también se usa mucho en el sentido de «persona decente»:
- No te voy a responder como debería porque soy gente.
- Si fueras gente, no hablarías con tantas palabrotas.
Sinónimos de gente
Cuando nos referimos a su significado principal, o sea, una pluralidad de personas, la palabra gente se traduce de esta forma en otras lenguas:
- Cómo se dice gente en inglés: crowd
- Cómo se dice gente en francés: gens
- Cómo se dice gente en italiano: gente
- Cómo se dice gente en portugués: gente
- Cómo se dice gente en catalán: gent

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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