Cómo se escribe ¿Fue o Fué?
La acentuación de nuestra lengua es algo que no produce mayores problemas cuando hablamos, pero cuando intentamos escribir, el no saber si colocar o no una tilde puede llevarnos a cometer muchos errores ortográficos. En este artículo abordaremos un caso muy solicitado dentro de este contexto al mostrarte cómo se escribe fue o fué.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la tilde son di o dí, vió o vio, esté o este y guión o guion, entre otros. La mejor manera de recordar cómo escribir correctamente las palabras es estudiando las reglas gramaticales de acentuación y teniendo un buen hábito de lectura.
La palabra ‘fué‘, con tilde en la -e, no es reconocida como una conjugación válida por parte de la Real Academia Española (RAE). Por lo tanto, si ves frases como ‘ella fué al supermercado’ o ‘fué todo muy sopresivo para mí’, debes saber que están mal escritas.
La forma correcta de escritura es ‘fue‘, sin tilde y corresponde a la tercera persona en singular (él, ella, ud.) del pretérito perfecto simple (o pasado simple) del verbo ir y también del verbo ser. Digamos que hasta 1959 se aceptaba la tilde en ‘fue’ pero a partir de entonces oficialmente ya no es así.
Por ser ‘fue‘ una palabra monosílaba no puede llevar tilde, y esta regla gramatical sólo tiene 8 excepciones: dé, mí, té, él, tú, sé, más y sí. En todas ellas, se coloca una tilde diacrítica para diferenciar esas palabras de las que no tienen tilde (pues tienen otro significado). Ejemplos con ‘fue’:
- Mi abuela fue una gran inspiración en mi vida.
- Fue horrible ver esa escena tan grotesca.
- Juan fue un gran juez hasta que se retiró.
¿Cómo se dice fué o fue? Esperamos te haya quedado claro que la forma correcta de escritura es ‘fue’, sin tilde, una conjugación del verbo ir y del verbo ser.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta